Que alguien abra
las ventanas de par en par.
Que tenga alguien el coraje, por favor.
Sólo es un segundo. Quizás ni eso.
Que salgan disparadas las hojas
que no sirven sino para ser clasificadas.
Que baile la tinta sobre las hojas secas
y que mi pelo sea como el de Rapunzel.
Que suba el corredor de nariz traspuesta
y me lleve lejos, lejos de una
prisión
tan opaca
como cortante.
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