Hoy soñé ser bandera que
se deja sacudir por el viento;
sentirme libre
y reflejar en los colores de
mi espíritu los sentimientos
de la gente que a veces
me regala el privilegio
de depositar miradas en mí.
Deliré con ser bandera, sí,
impulsada por la pasión
e izada por las manos
del que sueña y despliega
su esperanza por las aceras
de su lugar.
Soñé ser libre y tener raíces,
ser soplada en tempestades
e iluminada por cada amanecer.
Y así seguí caminando bajo
el estadio donde el día anterior
la niña le dijo a su madre
que ahí vendrían de Oriente
a poner ilusión en su mirar.
Volví al coche, y sin querer,
recordé que para ser bandera,
debes dejar de ser tú
para ser nosotros.
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