jueves, 22 de septiembre de 2011

Hoy soñé ser bandera que

se deja sacudir por el viento;

sentirme libre

y reflejar en los colores de

mi espíritu los sentimientos

de la gente que a veces

me regala el privilegio

de depositar miradas en mí.

Deliré con ser bandera, sí,

impulsada por la pasión

e izada por las manos

del que sueña y despliega

su esperanza por las aceras

de su lugar.

Soñé ser libre y tener raíces,

ser soplada en tempestades

e iluminada por cada amanecer.

Y así seguí caminando bajo

el estadio donde el día anterior

la niña le dijo a su madre

que ahí vendrían de Oriente

a poner ilusión en su mirar.

Volví al coche, y sin querer,

recordé que para ser bandera,

debes dejar de ser

para ser nosotros.

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