miércoles, 6 de abril de 2011

Newton

Me gustaría poder reconocerme mujer perfecta ante el espejo,
no pecar de ignorancia y tener el correspondiente saber estar
en cualquiera de los escenarios de mi, a veces, supervivencia.
Sería interesante saberme perfecta en mi andar torcido,
encontrarme radiante bajo unas ojeras genéticas
y con el espantapájaros sonriéndome
sarcásticamente cada mañana en el espejo.
No puedo negarte, tampoco, que me gustaría
que Newton me hubiese declarado excepción
para que la gravedad no afectase a determinadas zonas,
a la esclavitud que a veces me supone la presencia del suelo
y, ya que estoy, a la ausencia de elasticidades
y la presencia de manchas que ahuyentan el deseo.
Y para qué negar que me gustaría sonreír cada vez
que miro al espejo y tener la costumbre y orgullo
de lisonjearme nada más nazca el sol.
Pero el sentimiento a veces dista tanto de los saberes
que las aptitudes y actitudes no resultan suficientes
para no hacer que los que más amas
no toleren esa exigente manera de reprochar reflejos en los espejos.

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