No te engañes, cariño. Esa botella de vino
es para celebrar que nazco con nuestro olvido.
Celebraré mi nueva paz, mis silencios,
mi cama con mi calor para dos y una única ignorancia:
la tuya. Rodeo la mesa y la descorcho moviéndome
con exuberante arrogancia e innegable prepotencia,
para qué ocultar algo de lo que me enorgullezco hoy.
Calculo cómo rociar cada recuerdo
agrio con palabras, poemas y vino, mucho vino.
Y recuerdo con qué desgarro te dedicaste
a sangrarme las entrañas.
Sigo sin entender cómo creaste, negligente,
tu ceguera, tus borracheras de celos y
tu absurda pérdida en tu mar de dudas.
Sigo sin entender cómo fuiste capaz
de centrarte sólo en tu camino, solitario
y sobre tu deshonesto caballo de acero,
desviándote de todo lo que había impregnado
con nuestro aroma, de todo aquello en lo que
intenté poner "nos" sobre "mes"
Observo callada como el vino cae a borbotones.
No es másque tu sangre fría sobre mis
cientos de fotografías y nuestro tarrito de sueños.
Caen tras mis pies tus mentiras, tus desprecios,
tus gélidas miradas y tu penetrante puñal,
podrido y nauseabundo, como la acritud que has dejado
en nuestra reminiscencia llena de desidia.
No te engañes, cariño. Esa botella de vino
es para celebrar que nazco con nuestro olvido.
A ti dejo mis cosas
Hace 8 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario