Regálame tu corazón en fascículos
mientras compro el periódico cada domingo
tras apoyarme los sábados en tu regazo.
Prepárame un café cargado de sonrisas
mientras pedaleo a ritmo frenético
por el callejón de tus heridas.
Observa cómo traigo el alma atestada de voluntades
y mil tiritas con las que repararme, remediarte
y subsanarnos.
Llevo el maletero repleto de silencios por compartir,
de miradas con las que hacernos cómplices
y de edredones que resguarden nuestros pecados.
Tengo el alma gritándome que tiene ganas de
flexibilizarse ante cualquier cosa con la que puedas
irritarla, con la que saberse en el límite de aceptar para amar.
Tengo los latidos sacudiendo los sueños del futuro,
que, por cierto, se me antoja llenar de ilusiones,
que se me encenderán candentes, si quieres, con tu luz sobre mi nieve.
Quiero saborearte lentamente, reconocer tu mirada puesta
en aquello que te dispara el corazón, compartir tus sonrisas
y el azúcar que deslizas sobre todo lo que pisas.
Y quiero, finalmente, que descubras el color de mi piel
con tu sombra sobre él, averiguando el nuevo tono que adquiere
cuando tus latidos irrumpen los ecos de mis gemidos invernales.
A ti dejo mis cosas
Hace 8 años
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