martes, 20 de abril de 2010

Enredos


Voy a llenarme el cabello de mariposas,
tal y como me fotografiaste aquel día
en el que tu memoria de vértigo intrépido
acabó con tu cabeza balanceándose sobre mi regazo.

Voy a llenarme el cabello de purpurina
para que adquiera los destellos que no dejaron los relámpagos
en mis ojos, aquellos tan evidentes como el color de la tierra
que me vio nacer, y que acabarían por hacerte olvidar el azul del mar.

Voy a llenarme el cabello de halos de gémidos de hielo
sobre los que el calor de tu piel desprenda agua cristalina,
impía y pura, devota e insomne como las lágrimas pasadas.

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