
Codicio colmar tus desayunos con mi miel en tus tostadas, mi azúcar en tu café y mis manos acariciando tu nuca mientras te susurro mis te quieros. Me encantaría que conocieras los recovecos de mis debilidades, los gemidos de mis insistencias y mis ilusiones de mis mañanas. Me retorcería con agilidad sobre el futuro que nos esperase, sobre las manos entrelazadas y descansadas en el apoyabrazos de un avión, sobre las carpetas de fotos agolpadas en el fondo de un escritorio de portátil. Me desequilibrio al sentir el vértigo que provocas mientras caminas lentamente sobre el puente de mi libertad, derrumbando los miedos y tabúes con la seguridad que sólo tu pecho sabe instalar sobre mis párpados a medio cerrar. Y me muestro desnuda desde este camino que llevamos persiguiendo destinos. Deambulo por las ruinas que ella dejó mientras bailo con mis zapatillas de ballet sobre las cenizas de un pasado no tan dulce como las cosquillas que provocas en mis pulmones, esas que provocas cuando erizas todos los ángulos de mi piel.
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