sábado, 29 de agosto de 2009

Corredores

Te trataré de usted cuando te encuentre. Sonreiré mientras se me salan las cuerdas vocales, que ya estarán entrelazadas. Se me arrojará el corazón al vacío y mis columnas de huesos temblarán. Pequeña, insignificante y frágil evocaré tu ardor al percibir los puntales de aire gélido rozando mi piel. Ignoraré el caer de los granos del reloj y desearé volver a las zanjas. Inmóvil, oirás el chirriar de mis vértebras. Y cuando el cuerpo me deje volver, ahí estarás tú, con tu penetrante mirada, tu desdén al andar y tus besos desabridos.

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