jueves, 28 de mayo de 2009

Grande Milanés, qué pena no haber encontrado tu calor en la dificultad anterior.



El breve espacio en que no está la persona a la que amamos es imposible de dibujar o delimitar. No es algo tan difícil de intuir como sí lo es amar a una persona bajo la sombra de unos labios sellados, partiendo así del sufrimiento de la imposibilidad de tenerla para acabar amándola más aún desde el conformismo de la trinchera enemiga, deseando su presencia antes que la vida. Acabas así viendo la perfección en su imperfección cotidiana para aprender a amar sin esperar nada a cambio, porque sólo su existencia ya es paz. Amar de verdad, sin condiciones, sin fechas ni firmas. Y es que la complejidad a veces hace que todo termine por ser sencillo. Y no puedo evitar desear ser quien rompa esos esquemas...

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