domingo, 31 de mayo de 2009

Ella quiso ser guitarra...

Ella quiso ser las cuerdas de la guitarra que un día le enseñaron a tocar, la de aquella que llevabas al salir del aeropuerto. Así adivinó entre tanto estruendo que era posible tener quien la afinase al comienzo de un día, al comienzo de tus canciones. Ella quiso que fuese esa guitarra la que la despertase una mañana de noviembre tras una noche de secretos blancos. Pero el querer no le bastó y las mañanas de diciembre no fueron menos opacas y silenciosas -sin cuerdas, sin músicas, sólo con el murmullo de las gotas.

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