No sé quién sabrá cuántos besos
malgasté en ásperas sábanas
mientras tergiversaban historias de puentes
que conducían a horizontes fantasma.
Se agitó el suelo y mis mañanas llegaban tarde,
mientras yo sujetaba muy fuertemente
entre mis manos la brújula que me llevaba a ti.
Y así, al fin, apareces tú, con tu cámara de luz,
tu saber reconocerte en medio de un universo
y tus ganas de desenterrar sonrisas.
Y así te derramas, amor, como el buen vino
en cada recoveco de mi alma,
desempolvando los sueños y lubricando engranajes.
Te esparces con armonía por mis utopías,
deslizando pasadores en las puertas de desidia
y construyendo ventanales de ilusión y esperanza.
Y así te mueves, silencioso, atacando los puntos de mi risa
y encontrándote generador de mi esperanza.
A ti dejo mis cosas
Hace 8 años
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