lunes, 18 de enero de 2010

Lámpara mágica


La verdad es que nunca me había planteado qué hubiese pasado si los tres deseos de Aladdín no hubiesen saciado nunca al personaje o si éstos le hubieran abrumado. Nos pasamos la vida ansiando cosas, buscando metas, persiguiendo al destino. Sin embargo, ¿hizo realmente feliz a Aladdín encontrar súbitamente lo que anhelaba? ¿Estamos preparados para asumir que conseguimos las cosas cuando éstas aparecen así, sin más? Se nos puede ir toda una vida luchando por un ideal o bien a veces, muy de vez en cuando, nuestro deseo utópico irrumpe en nuestras vidas sin llamar previamente a la puerta. Y si bien es cierto que somos nosotros los que nos pasamos la vida tocando timbres y esperando encontrar lo que ansiamos tras la mirilla, es a veces el deseo el que pasa sin llamar y se instala en tu sofá, esperando que devuelvas la lámpara mágica a su lugar y le sirvas una taza de café. Entonces no puedo evitar sentirme sin brújula y tratar de buscar respuesta a un nuevo interrogante: ¿Qué hacer cuando uno de los deseos te encuentra desprevenido?

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