
Hay personas que aparecen en tu vida como si de ángeles se tratasen. No sabes cómo ni porqué, pero siempre coincides en que tienen un aura especial que no llegas a concretar con ningún adjetivo, excepto el de mágico. Pasan meses sin una palabra, sin una mirada, sin un saludo. Nada. Pero cuando tu vida necesitas luz, el recuerdo pasa de desvanecerse a hacerse más perceptible que un golpe de viento. Y ahí están ellos, recordándote lo que es un minuto de vida, lo que es el alma, lo que es la magia en la distancia. Así que no me queda más que agradecerle a la vida y a Dios tenerlos en mi camino. Y no, no hablo de los amigos de todas las semanas, sino de los amigos que a pesar del tiempo y la distancia, cuando los escuchas, encuentras calma en sus palabras. Gracias a esas personas que se han cruzado en mi camino...
Y sobre todo a ustedes, el del 9 de Mayo y a la del 20 de Agosto…por la capacidad de iluminar sin pretenderlo.
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